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    martes, 15 de mayo de 2007

    Seminario de Empresas de "Spin off" en Chile: La fórmula belga para estimular la innovación y el emprendimiento

    Los expositores Benoit Buntinx (Aliwen), Yvan Houbaert (Universidad de Gante), Paul van Dun (Lovaina) y Francis Massin (Nanocyl) expusieron en el seminario de la Cámara Chileno-Belga de Comercio. Empresarios y académicos de las universidades de Lovaina y Gante cuentan cómo las empresas que se crean al alero de estos centros de estudio han logrado destacarse en su país. Los casos de las "spin off" Aliwen y Nanocyl.

    Bélgica se ha convertido en un importante polo de emprendimiento e innovación en Europa, y una de las claves para lograrlo ha sido la buena conexión que existe entre las universidades, las empresas y el Estado.

    Esto significa que los académicos están desarrollando las innovaciones que realmente requiere el sector privado. Que las propias universidades están apoyando la creación de pymes que nacen a partir de productos y tecnologías desarrolladas en sus laboratorios. Y que el gobierno belga está facilitando todo este ambiente a través de una serie de herramientas: fondos de capital de riesgo, programas de apoyo a la investigación y subsidios.

    ¿Cómo lo han hecho? Básicamente fomentando la creación de las "spin off" y de las oficinas de transferencia tecnológica.

    1 Las "Spin off"

    El término "spin off" es poco conocido en Chile, pero denomina a las nuevas empresas que se forman a partir de investigaciones universitarias.

    Como Aliwen, firma que desarrolla tecnología de fisiología vegetal y que actualmente ofrece servicios a empresas dedicadas a la agronomía. "Trabajamos, por ejemplo, con firmas que producen fertilizantes nuevos. Con nuestra tecnología medimos la eficiencia de estos productos", cuenta Benoit Buntinx, administrador delegado de la compañía.

    Aliwen nació en 2003 bajo el alero de la Universidad Libre de Bruselas. Precisamente luego que Buntinx y una profesora asistente se dieran cuenta de que podían comercializar la tecnología que venían desarrollando por años en el laboratorio.

    "Partimos con el capital mínimo para hacer una sociedad anónima en Bélgica, 75 mil euros, el cual fue puesto por mi socia, yo, la universidad y una empresa pública de inversión de capital de riesgo. La idea era que esta inversión pública tomara una parte importante del riesgo. Y lo interesante es que tenemos el compromiso de volver a comprar estas acciones dentro de ocho años. Así, los investigadores no toman el riesgo de crear una nueva empresa, sólo ponen un aporte mínimo", cuenta Buntinx, quien también destaca un programa que entrega subsidios a jóvenes investigadores que estudian la factibilidad de una nueva compañía.

    "Durante dos a tres años este dinero cubre toda la remuneración del investigador, más un monto anual para los gastos de investigación. Siempre con el objetivo de llegar a un producto", agrega.

    Nanocyl es otro ejemplo. Es un spin off de las universidades de Namur y Liege y se dedica a producir nano-tubos de carbono.

    "Éstos se usan para mejorar la conductividad eléctrica de materiales plásticos. Los nano-tubos de carbono se crearon en Japón hace 20 años, pero su aplicación era muy limitada. En Bélgica, un profesor de Namur hizo el proceso básico y en Liege se hizo su paso a la fase industrial", cuenta Francis Massin, director gerente de la empresa.

    Nanocyl partió en 2002 con 500 mil euros, aportados principalmente por inversionistas ángeles. Ya ha realizado dos incrementos de capital con dinero proveniente de fondos de capital de riesgo y es uno de los líderes de este mercado en el mundo. Factura 2 millones de euros, planea llegar a los 4 millones en 2008 y tiene oficinas en Bélgica y EE.UU.

    2 Oficinas de transferencia tecnológica

    Esta es una de las iniciativas más atractivas. Se trata de departamentos especializados en transferencia tecnológica que existen dentro de las propias universidades belgas y se encargan de vincular a los laboratorios con las empresas.

    En la Universidad de Lovaina, por ejemplo, la Unidad de Transferencia Tecnológica fue creada en 1972 y fue pionera en Europa. Cuenta con 42 funcionarios de disciplinas tan diversas como el marketing, ingeniería, finanzas, entre otras, y la tarea que realiza es amplia.

    "Rastreamos las invenciones que se realizan en la universidad, ayudamos a protegerlas, licenciarlas o venderlas a empresas. Si el profesor quiere, le ayudamos a tasar sus productos, a negociar, escribir contratos y a obtener los pagos del dinero. Tenemos una visión amplia de la universidad y de lo que necesita el mercado. A veces las empresas nos contactan a nosotros o nosotros a ellas", cuenta Paul van Dun, gerente del Departamento de Investigación y Desarrollo.

    Esta unidad también fomenta la creación de "spin off". "Sacamos todo lo que no es ciencia de las manos del profesor, siempre que quiera. Lo ayudamos a identificar posibilidades, escribir planes de negocios, a ver si hay un mercado y a componer el equipo. Les encontramos gerentes e inversionistas. Una vez que se establece la compañía, nos quedamos con un asiento en el directorio. Si una empresa demora en despegar, nos quedamos lo necesario. De lo contrario vendemos nuestra participación. Así nos financiamos".

    Tan buena ha sido la experiencia, que la unidad lleva 35 años funcionando y ha ayudado a crear 73 empresas, de las cuales 63 todavía sobreviven.

    En Bélgica existe una buena conexión entre las universidades, las empresas y el Estado.

    [FUENTE: El mercurio, Daniela Santelices]

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