Piratería e innovación
Uno de los requisitos que nos imponen los mercados para que una economía sea competitiva en un contexto internacional, es que parte de sus sectores productivos se dediquen a la investigación y desarrollo de nuevos productos o procesos, dando paso con esto a la innovación, que permite adquirir ventajas competitivas difíciles de imitar al reportarles a los consumidores un mayor valor agregado.
Dado lo anterior, no es menor el hecho de que Chile en términos de protección a la propiedad intelectual sea calificado como país en lista de vigilancia prioritaria por la USTR, lo cual en cierta medida nos pone en la lista roja en términos de piratería. Ello no es menor, puesto que para incentivar la innovación no tan sólo son necesarias las ideas y el capital, sino que también se hace imprescindible una estructura que proteja eficientemente estas ideas y sancione su plagio, ya que de no hacerlo, se ponen en serio riesgo los flujos de ingresos estimados en cualquier proyecto de innovación susceptible de ser copiado por empresas que no han invertido en su desarrollo, lo cual trae mayor incertidumbre, y con esto la inversión tanto nacional como extranjera se puede ver desincentivada.
Si bien se han concretado acciones para proteger la propiedad intelectual en Chile, hay que potenciarlas buscando penas más altas para los sectores que se dediquen al plagio, guiando las estrategias comunicacionales hacia un cambio de conciencia ante este problema por parte de los consumidores. No sólo hay que mostrar las pérdidas que sufren las empresas afectadas por la piratería, sino también hay que dar a conocer el menor valor que perciben los consumidores al adquirir un producto plagiado, dotando de valor al producto original. Después de todo, la gente cambia cuando quiere y está dispuesta a hacerlo.
[FUENTE: El Mercurio, Sebastián Mathews]
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