CONSORCIOS TECNOLÓGICOS AGRARIOS: El nuevo impulso a la innovación
Ovejas, papas y abejas abarcarán los tres nuevos consorcios aprobados por el FIA para desarrollar investigación aplicada, con fondos del royalty y de los privados por cerca de $ 8 mil millones.
Que las variedades no son las adecuadas o que un manejo distinto de las praderas podría volver más eficiente la crianza ovina. Lo concreto es que en cada rubro existen aspectos que inhiben su competitividad. Precisamente, a solucionar este tipo de situaciones apunta la nueva manera de enfrentar en Chile la investigación y desarrollo en la agricultura: los consorcios tecnológicos sectoriales. El año pasado se conformaron el lácteo y el frutícola. A ellos por estos días se agregaron el de los ovinos, el apícola y el de la papa, que representarán una inversión total - estatal y privada- de entre 7 mil y 8 mil millones de pesos.
Pero más allá de los recursos, es el instrumento el que merece especial atención.
"Los consorcios son la forma moderna de enfrentar los desafíos tecnológicos y de innovación de los distintos rubros para responder a las demandas de los mercados del presente y del futuro", señala Rodrigo Vega, director de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), entidad encargada de aprobar, coordinar y supervisar esos instrumentos.
La fórmula no es nueva. Desde hace ya tiempo la aplican países como Australia o Nueva Zelandia, donde funcionan a través de organismos como HortResearch o el Food Science Australia.
En Chile, desde que se aprobó el uso del royalty minero para invertir en investigación y desarrollo de sectores considerados críticos, el tema comenzó a transformarse en una realidad.
Pero no es llegar y formar un consorcio. Para hacerlo los distintos integrantes de una cadena deben identificar un problema que los afecte a todos y unirse para desarrollar un proyecto que permita solucionarlo. Además, deben estar dispuestos a invertir, aunque con la garantía de que el Estado les aportará el equivalente a lo que ellos pongan. También estar dispuestos a que ese consorcio tenga su personalidad jurídica, y con fines de lucro; es decir, que tras los cinco años de inversión genere sus propios recursos. Eso implica mejorar la competitividad y tener una fuente de ingresos para financiarla.
Camino lento
Pero atrapar la zanahoria no resultó tan fácil. Porque no siempre resulta sencillo poner de acuerdo a actores que pueden ser antagónicos - como productores e industria, en algunos rubros- o incluso competidores. Porque lo que para la industria puede ser importante, no lo es necesariamente para los productores. O porque la innovación en que se está pensando no implica una mejora real de la competitividad.
Sin embargo, en un país como Chile, donde cada día hay más rubros intentando transformarse en exportadores, había mucho espacio para trabajar.
Fue así como en 2004 se lanzó un primer llamado y el resultado fue el consorcio lácteo y el frutícola, que ya tienen personalidad jurídica y están trabajando en temas como la implementación de un programa de investigación para el desarrollo de variedades nuevas; o en mejorar la competitividad y sustentabilidad lechera, a través de gestión predial, cambios en sistemas y fórmulas de alimentación.
Una segunda convocatoria se concretó en 2005. Llegaron seis proyectos que se sometieron a evaluaciones de expertos locales y de especialistas internacionales contratados especialmente por el FIA. Finalmente, a fines de 2006 se determinó que sólo cumplían los requisitos el de la papa, el ovino y el apícola. Entre los tres significará un aporte estatal FIA-FIC (Fondo de Innovación y Competitividad) del orden de los $ 3.800 millones, repartidos en los próximos sesenta meses.
Ya se están dando los primeros pasos, que son contratar estudios de mercado para determinar las tendencias a futuro de cada uno de los rubros y de esa forma que la investigación se oriente efectivamente hacia el futuro.
"Se está tomando contacto con las organizaciones locales o internacionales que pueden llevarlos a cabo de la forma más acabada posible. Ello permitirá eventualmente afinar las líneas de trabajo o incluso agregar nuevos actores a los consorcios", explica Vega.
En el intertanto, los integrantes están trabajando en finiquitar las personalidades jurídicas y empezar las tareas.
Por ahora está el instrumento y los recursos, habrá que ver si en los próximos años muestran resultados concretos.
También está por verse que pasará con otros rubros como la carne y el trigo, que hasta ahora no están dentro de los consorcios establecidos y no podrán estarlo al menos hasta el próximo llamado, que será en 2009.
reacciones sectoriales
"Los consorcios permiten una mayor integración y de esta forma podemos resolver en conjunto problemas y plantearnos objetivos comunes, como por ejemplo, la orientación del rubro", dice Felipe Mario Vega, de la Asociación de Ganaderos de Magallanes.
"La unión hace la fuerza. Es una forma de hacer desarrollo y que la propia gestión del organismo permita luego destinar recursos a mejorar la actividad", indica Alberto Poch, de Colmenares Santa Inés.
[FUENTE: El Mercurio, Patricia Vildósola]
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