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    lunes, 15 de enero de 2007

    LA AGRICULTURA COMO FUENTE DE ENERGÍA. El ejemplo alemán

    En una antigua ciudad medieval, purines de vacas y cerdos y restos vegetales producen energía eléctrica y calefacción. Una respuesta desde la agricultura a problemas energéticos y ambientales.

    Magdeburg está a sólo dos horas de Berlín. Es una ciudad de calles de adoquines, de edificios antiguos y con la catedral gótica más antigua de Alemania. Esta ciudad medieval (se dice que nació en el 850 DC), está rodeada de campos. Campos ordenados y pacíficos, casi sin movimientos más allá de algún conejo que cruza de uno a otro lado del camino.

    A 90 kilómetros de la ciudad medieval y en medio de esos campos, aparece Iden, un poblado pequeño, de granjas de piedra que dicen que han visto pasar varios siglos, y de callejuelas construidas para peatones, demasiado estrechas para el bus que lleva a los 16 chilenos que, en una misión de captura tecnológica organizada por la Fundación para la Innovación Agraria, FIA, se interiorizan de lo que ocurre en Alemania con las bioenergías.

    Los del bus no sospechan lo que les espera un poco más adelante. Porque ese pueblo esconde un secreto. Uno que sólo conocen sus cerca de mil habitantes.
    No es intencional que sea secreto, es simplemente que no se puede adivinar a simple vista, menos en un lugar donde el tiempo parece que no ha avanzado al ritmo de la modernidad. En realidad, el secreto recorre el lugar completo, por aire y bajo tierra.

    Y su origen está a sólo unos pocos kilómetros. Ahí en una granja con establos de madera, donde viven cerca de 350 vacas, en una lechería como otras en Alemania, instalada frente a lo que parecen unas oficinas, bodegas y unos grandes estanques que poco llaman la atención.
    En el ambiente se percibe un vago olor. Penetrante, pero no intenso. El día frío y semilluvioso quizás ayuda a esconderlo. Habría que ver si el olfato adquiere una nueva sensibilidad si aumenta la temperatura y entonces los estanques no puedan impedir que el secreto se haga un poco más evidente.

    Porque ahí, en ese lugar que nada dice, las vacas son la fuente de la energía que abastece de electricidad a todos los residentes del lugar. Bueno, no las vacas propiamente tal, sino su estiércol. Y las oficinas y estanques que están al frente son... la planta generadora.

    De gas y desechos

    Porque lo que observa el grupo de chilenos es una instalación de biogás. Les interesa porque no sólo puede ser una forma de generar la tan necesaria energía para el país, sino porque también es una alternativa para hacerlo con productos y desechos agrícolas.

    En realidad, la cadena energética del lugar es simple. Las vacas - y también los cerdos que están en otra parcela cercana- comen y eliminan desechos. Éstos son trasladados hasta los estanques o biodigestores donde se les agregan cereales y, a través de bacterias anaeróbicas, se produce un proceso de fermentación - a 39° C- que libera gas metano. Éste es capturado y llevado a un motor que genera electricidad que ilumina sin problemas a todo el pueblo.

    En la misma planta, unos inmensos hornos tragan incansables los restos forestales del lugar - incluidas hojas y ramas de los parques y jardines- para quemarlos a 800 grados Celcius y así calentar el agua que pasa por un sistema cerrado. Desde ahí es enviada por redes subterráneas hasta los radiadores que abrigan cada una de las casas de Iden durante el frío invierno alemán.

    Todo, sistema de biogás y la quema de biomasa, es eficientemente coordinado desde los computadores que Getec - empresa especializada en bioenergías- tiene a 90 kilómetros, en Magdeburg, y desde donde administra las cerca de mil plantas de este tipo que tiene en toda Alemania.
    Es negocio redondo para el pueblo. Obtiene una energía limpia, más barata, y que claramente está de acuerdo con la fuerte tendencia medioambiental europea, que es tan potente en Alemania, que incluso se entrega subsidio a los habitantes para que compren sistemas de calefacción que usen energías alternativas.

    Además, utilizan todos los desechos orgánicos; es decir, no sólo purines de vacas y cerdos, guano de caballos, ovejas y aves en general, sino también restos vegetales como las ramas y hojas de podas de jardines y parques de la ciudad, y restos de productos agrícolas y agroindustriales. Es decir, todo aquello que al biodegradarse pueda generar metano para electricidad o ser convertido en calor.
    Otra ventaja de este sistema es que se disminuye notoriamente la liberación de CO2 al ambiente, con el consiguiente menor impacto en el efecto invernadero.

    El beneficio es también desde el punto de vista agrícola.

    Por una parte los agricultores - que son los dueños del ganado- cumplen con las regulaciones que dicen que deben eliminar sus desechos en forma amigable con el medio ambiente, pero además lo recuperan mejorado.
    Porque en Alemania las normas no permiten utilizar guano no tratado. Y al ser pasado por el biodigestor, el desecho animal pierde los componentes sólidos, y con ello los malos olores, suprimiendo cualquier riesgo de contaminación, lo que lo habilita para usarlo como fertilizante en la agricultura e incluso lo transforma en negocio, pues puede venderse.

    Pero como la planta requiere de cereales para que el proceso anaeróbico sea eficiente, entonces, se transforma en un poder comprador.
    Su demanda es del orden de 600 toneladas de centeno, aunque si crecen como pretenden, aumentará. El impacto en la zona ya se ha hecho notar al subir el precio del cultivo.
    Claramente lo que los chilenos tienen al frente es una prueba concreta de que el sistema funciona y que el biogás es una alternativa que vale la pena que el país considere como una fuente generadora de energía. ?

    DATOS

    La planta de Iden consume 12 mil ton de purines al año, equivalente al 10% del guano de la zona. La degradación de los purines a metano y a electricidad toma 30 días. El sustrato para la fermentación puede ser cereales, maíz e incluso pasto. La idea es usar lo existente en el lugar que requiere de la energía.

    OPINION

    David Jouannet, seremi de Agricultura de la IX Región. "Es admirable el nivel de desarrollo sustentable y de coordinación en Magdeburg. Esta experiencia es una alternativa que se debiera materializar en Chile a mediano plazo en localidades, para posteriormente expandirse al resto del país".

    [FUENTE: El Mercurio, Patricia Vildósola]

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