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    martes, 16 de enero de 2007

    Propiedad intelectual: una importante tarea pendiente

    Luego de haber estado Chile mucho tiempo con "luz amarilla", Estados Unidos ha considerado que la situación empeoró y nos ha asignado "luz roja".

    Los últimos días han sido dominados por una noticia que afecta a la economía chilena, y específicamente las relaciones comerciales con los Estados Unidos de Norteamérica. Todo el interés se ha debido a que la Oficina del Representante de Comercio de los Estados Unidos de Norteamérica (USTR) determinó incluir a Chile en la "Lista de Vigilancia Prioritaria", debido a lo que se juzga como una falta de idoneidad y efectividad de nuestro país en el cumplimiento de sus obligaciones de protección a los derechos de Propiedad Intelectual.

    Lo anterior significa que, luego de haber estado Chile mucho tiempo con "luz amarilla", el Gobierno de los Estados Unidos ha considerado que la situación ha empeorado, y nos ha colocado en la lista de los países con "luz roja", que tienen el dudoso mérito de integrar otros países tales como China, Rusia, Líbano, Turquía, Ucrania y Venezuela.

    Desgraciadamente, la discusión se ha centrado en el claro conflicto existente entre los intereses de la industria farmacéutica local y la extranjera. No obstante, el problema es muchísimo más complejo y de una gravedad inusitada, pues es el resultado de una absoluta carencia de una política clara y estable en la materia, que afecta no sólo el desarrollo de tecnologías nacionales y el ingreso de tecnologías foráneas, sino que, en definitiva, la inversión extranjera y la credibilidad de nuestro país.

    El conflicto latente en la industria farmacéutica, que gira en torno al respeto de las patentes de invención, es muy importante, pero reviste mayor gravedad la percepción de que nuestro país, en una materia absolutamente crucial para su desarrollo y herramienta clave para salir del Tercer Mundo, se ha dedicado a improvisar.

    Bastaría con señalar que Chile se obligó, al hacerse miembro de la OMC, a adaptar sus leyes de Propiedad Intelectual antes del 1 de enero del año 2000, y recién lo hizo en diciembre del 2005; es decir, seis años después.

    No obstante ese atraso, que denota claro incumplimiento, antes de la entrada en vigencia de la referida ley, el Gobierno ya había enviado al Congreso un proyecto de ley modificatorio, el que se encuentra en su etapa final de tramitación. Como si fuera poco, este último proyecto ha demostrado contener errores y, lo que es peor, importantes omisiones, por lo que el Gobierno ya ha anunciado el envío de un nuevo proyecto modificatorio próximamente.

    Finalmente, Chile se obligó, tanto en los Tratados de Libre Comercio con la UE y con los EE.UU., a adherir o ratificar el Tratado de Cooperación de Patentes de Invención (PCT) antes del 1 de enero del año 2007. Pues bien, hasta la fecha, el Gobierno ni siquiera ha enviado al Congreso el proyecto para la adhesión a dicho Tratado.

    Queda claro que la situación es mucho más grave que una simple resolución de alerta de un país sociocomercial. Se trata de una falta de coherencia, de vista al largo plazo en materia de Propiedad Industrial.

    No cumplimos los compromisos, lo que afecta tanto a todos los creadores -que ven conculcados sus derechos frente a la falta de texto legal o, peor aún, a la poca eficiencia en su aplicación-, como a la imagen del país. Pero además, y pese a los esfuerzos de muchos sectores -entre otros, de la Asociación Chilena de Propiedad Industrial, que ha hecho enormes esfuerzos por cooperar-, el Gobierno no ha adoptado una mirada en perspectiva, de largo plazo, que redunde en una política seria, estable y coherente, que conjugue los legítimos intereses de creadores nacionales y extranjeros.

    [FUENTE: El Mercurio, Rodrigo Cooper]

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