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    sábado, 20 de octubre de 2007

    Andrew West, gerente de AgResearch de Nueva Zelandia: "Chile debe crear su propio modelo lechero"

    Según este investigador, el país debe aumentar su productividad y enfocarse en lo que quieren las cadenas de retail extranjeras para consolidar sus exportaciones.

    Una forma simple de describir el trabajo de Andrew West es decir que sobre sus hombros recae una parte importante del futuro económico de Nueva Zelandia.

    Poco más de un tercio de las exportaciones del país oceánico, equivalentes a unos 4 mil millones de dólares, corresponden a productos lácteos. Como jefe ejecutivo de AgResearch, uno de los mayores centros de investigación ganadera del mundo, el deber de West es agregar valor a las producciones de leche, carne y lana neocelandesas.

    La misión declarada de West es duplicar el valor de los envíos lácteos de Nueva Zelandia para 2020. Para ello cuenta con el apoyo de cerca de 600 investigadores.

    Sin embargo, desde una óptica chilena, lo que llama más la atención no son los números de AgResearch, sino su modelo de gestión. La razón de ese interés es que por estos días en Chile se discute cómo invertir en innovación los fondos obtenidos por el royalty minero, lo que puede ser altamente significativo para la agricultura.

    A comienzos de los 90, el gobierno neocelandés decidió convertir en empresas a los institutos de investigación como AgResearch.

    Bajo la fórmula legal de sociedades de responsabilidad limitada, los centros de investigación compiten con universidades y otras entidades científicas para obtener financiamiento estatal. Pero también tienen una mayor libertad para generar ingresos propios, a partir de la venta de productos y servicios. De hecho, AgResearch ha creado varias empresas subsidiarias e incluso compró otras firmas de investigación y transferencia tecnológica.

    "Antes de los años noventa el Estado controlaba todo el desarrollo científico en forma centralizada: se definían los objetivos, se daba el financiamiento y se decidía quien hacía la investigación. La reforma de comienzos de esa década apuntó a separar esos tres factores para tener una política que tuviera como objetivo sólo el beneficio del país y no favorecer a ciertos grupos de investigadores", explica West.

    - Transcurrida una década y media del nuevo modelo de investigación, ¿cuál es su balance?

    - En general, el resultado es bastante bueno. El financiamiento ha sido totalmente independiente gracias al sistema de concursos, sin temor al efecto en las instituciones de investigación. Eso las ha obligado a ser muy eficientes para mantener sus ingresos por parte del Estado.

    Otro elemento positivo es que se mejoró mucho la relación con las empresas y los agricultores, pues el financiamiento estatal requiere que los proyectos tengan como socios a miembros de la industria.

    - ¿Y cuáles son los puntos negativos?

    - Aunque hay proyectos en común con las universidades, la relación básica con ellas es de competencia más que de colaboración.

    Otro punto complicado es que el peso de la industria en las decisiones de investigación crea un sesgo inmediatista. Existe el peligro de buscar resultados para los problemas actuales y no pensar en los desafíos de mediano o largo plazo.

    Los desafíos del Chile lechero

    - Las exportaciones chilenas de lácteos están creciendo rápidamente ¿qué tareas debe realizar el país para convertirse en una potencia como Nueva Zelandia?

    - Lo primero es tener claro cuál es la realidad del mercado mundial: la demanda supera a la oferta. Por lo tanto, el objetivo básico de Chile debe ser aumentar su producción en forma lo más eficiente en cuanto a costos.

    En Nueva Zelandia tenemos experiencia. Sin embargo, no se trata de copiar nuestra forma de trabajo. Eso sería un gran error pues las condiciones climáticas, de suelos y las prácticas culturales son distintas. Para ser un exportador lácteo exitoso Chile tiene que crear su propio modelo. Por supuesto que nuestro país tiene muchas tecnologías y servicios que puede compartir. Juntos tenemos mucho que ganar.

    FUENTE: El Mercurio, Eduardo Moraga

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