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    domingo, 20 de mayo de 2007

    La Capital, las Universidades Regionales Derivadas y el Efecto Proporcional

    Me dirijo a usted para compartir, a través del documento adjunto, algunas reflexiones relativas al actual sistema de financiamiento universitario.

    Ello, considerando que la expresión de ideas, el diálogo y la discusión son actividades naturales y necesarias de la vida académica. Respecto a la materia señalada, pienso que el sistema vigente nos somete, como universidad regional derivada, a condiciones que tienden a perpetuar o agravar las desfavorables condiciones de partida, las que han impedido una justa competencia por los recursos económicos necesarios.

    Esto, debido a que el sistema castiga por aquellas deficiencias que son consecuencia de la situación inicial, o del entorno regional del que proviene la mayor parte de nuestros alumnos. Se crea así un sistema autocatalítico, que amplifica los aspectos negativos y del cual no hay salida posible, a menos que otra universidad regional experimente problemas peores que los nuestros, y eso nos permita subir un peldaño.

    La misma situación afecta a la acreditación de las carreras: cuesta acreditar con escasos medios humanos y materiales, y el no acreditar implica menor capacidad competitiva (por alumnos, académicos y recursos), en un mundo donde la competencia se ha constituido en valor supremo.

    No creo que esta situación sea producto de una política neutra. Desde luego favorece mucho a quienes poseen mayor influencia y perjudica igualmente a quienes la tienen en escaso grado, como para aceptar tal neutralidad. Por eso pienso que las universidades afectadas deberían reaccionar con energía para hacer ver a los distintos sectores del País lo injusto de la actual situación y la necesidad de rectificarla.

    Lo anterior no implica que no debamos realizar todos los esfuerzos posibles por generar investigación científica de calidad y por mejorar nuestros parámetros de eficiencia docente. Pero ello requiere de una clara acción afirmativa de parte del Gobierno en apoyo de sus universidades regionales, que les permita competir en términos de razonable igualdad. En estos días, cuando se discute el destino de los fondos del royalty, las limitaciones de la capacidad de las regiones pueden ser un buen argumento para concentrarlos en Santiago ¿pero no es acaso la propia política central la que determina esas limitaciones?

    La preocupación de los sectores políticos y la prensa no está centrada actualmente en la educación universitaria sino en la básica y la media, y en su relación con la ley que rige su funcionamiento general. Sin embargo, el tema de la calidad ha sido señalado como un objetivo central y él se vincula íntimamente con las universidades, donde se forman los futuros docentes. Ello es especialmente importante en regiones, dado que en un alto porcentaje, los futuros docentes provienen del medio local y estudian en las universidades regionales. Se estructura así un circuito de retroalimentación, donde la calidad de la formación impartida por la universidad puede ser el factor decisivo de cambio. En el presente texto analizaremos las dificultades que experimentan las universidades regionales derivadas, como consecuencia de una serie de factores, que se explican en general por el llamado “efecto proporcional”. Cómo se expone en el artículo, superar sus consecuencias requiere de una clara acción afirmativa, en el sentido de robustecer al que parte mas débil, claramente opuesta a la política de financiamiento estatal que ha regido desde la creación de las universidades derivadas.

    El efecto proporcional juega un rol principal en los sistemas naturales y humanos. Controló, por ejemplo, la distribución de la materia al inicio del Universo, así como durante la formación de nuestro Sistema Solar: si un cuerpo tiene mayor masa que otro, ejerce mayor atracción gravitacional, en consecuencia tiende a crecer a expensas de cuerpos menores situados en sus proximidades. También influye decisivamente en los asuntos humanos: la posesión de un gran capital facilita su crecimiento. Esto se traduce estadísticamente en la llamada distribución log-normal, que se encuentra tanto en las leyes de los yacimientos metalíferos como en la distribución de las fortunas de un país. En términos bíblicos, se traduce en la frase “Al que tiene le será dado y al que no tiene le será quitado”, que describe tan bien lo que o normalmente ocurre en el mundo.

    El origen de los países iberoamericanos, estrechamente ligados a una metrópoli que ejercía un fuerte control administrativo, así como la necesidad de mantener la integridad de los territorios colonizados, favoreció un desarrollo fuertemente centralizado. La independencia de las colonias no implicó un cambio en esta situación, que más bien tendió a acentuarse al asumir la capital las responsabilidades y visiones de la antigua metrópoli. Así, los intentos de otras ciudades por adquirir un rol más relevante en las decisiones fueron vistos como intentos de secesión y sofocados. Finalmente, los grupos dirigentes de dichas ciudades terminaron aceptando la situación y reconociendo que la capital era el único centro de poder efectivo. Esta situación contrasta con el desarrollo de los EEUU, donde los lazos con la metrópoli fueron menos estrechos y la población se dispersó en el Continente, buscando establecerse con tanta independencia como fuera posible. Ello dio lugar a numerosos e importantes centros de desarrollo, cuyas preocupaciones eran normalmente locales y ajenas a las de la capital.

    La creación de las universidades en la Edad Media no fue del todo independiente del tema del poder. Las ciudades que las albergaban sabían que ellas representaban un apoyo valioso para sus pretensiones de preeminencia. De ahí que, pese a los problemas que a menudo creaban sus estudiantes, las apoyaron decididamente. En Chile, la situación a principios de los ochenta incluía tres universidades poderosas en Santiago, dos buenas instituciones en Valparaíso, la Universidad de Concepción, cuya creación coincidió con el principal proyecto nacional de desarrollo regional,y dos universidades en regiones extremas: la Universidad del Norte en Antofagasta y la Austral en Valdivia, la que se benefició de los vínculos de la colonia alemana con su país de origen.

    Otras ciudades del país contaban con sedes de las universidades principales, las cuales aunque entregaban una buena docencia profesional, disponían de escasos medios humanos y materiales para el desarrollo de la investigación.

    La conversión de las sedes universitarias en regiones en universidades independientes, tuvo efectos claramente positivos en su desarrollo, aunque fuertemente limitados por el hecho de que el presupuesto asignado para ellas tuvo una base histórica, vale decir, lo que recibían en porcentaje las sedes universitarias que las integraron. Ello no consideraba la nueva función de investigación que se esperaba de estas universidades, y que requería atraer recursos humanos especializados en esta tarea y adquirir, y posteriormente renovar, el equipamiento material necesario para tal fin. Desde luego contar con investigadores calificados en regiones no es tarea fácil, debido a que el efecto proporcional actúa de diversas maneras en su contra. Así, en Santiago se sitúan todos los centros de recursos y poder, tal como los mayores demandantes de servicios de investigación. Un investigador residente en Santiago no solamente estará más cerca de quienes asignan los fondos para investigación, sino que formará parte de un equipo mayor y mejor relacionado. Por otra parte, sus hijos tendrán mayores facilidades para estudiar en aquellos colegios donde se establecen las futuras relaciones de amistad que apoyarán su futuro profesional. Las mismas empresas, incluso aquellas cuya base de producción se sitúa en regiones, encontrarán mas atractivo fundar cátedras , dotar laboratorios y ofrecer becas a las universidades de Santiago, donde el efecto de su ayuda es mas visible y seguramente les reditúa mas. Al respecto, basta con observar la concentración de ese tipo de apoyos en las universidades de Santiago por parte de las empresas mineras, para tener una idea de la magnitud del fenómeno, pese a que muchos de sus ingenieros y principales ejecutivos se han graduado en universidades regionales…otra clara expresión del efecto proporcional.

    Lo antes expuesto es, en cierta manera, lógico. Para haber ido en la dirección contraria habría sido necesario contar con la voluntad política de implementar una efectiva descentralización, con apoyo selectivo a los sectores más vulnerables. Sin embargo, ello no solamente no se ha realizado, sino que el actual sistema de financiamiento universitario tiende a perjudicar aún más a los débiles. Ello ocurre a través de mecanismos notablemente refinados. Por ejemplo, las universidades regionales han procurado mejorar su actividad académica facilitando la prosecución de estudios de postgrado a sus profesores, lo que permite actualizar y profundizar sus conocimientos . Sin embargo, ello no necesariamente implica su entrenamiento como investigadores, el que normalmente debe recibirse joven y ser practicado sin interrupción. El actual sistema otorga puntaje a la universidad por esos grados académicos, pero después descuenta casi el doble de lo otorgado si esos académicos no han ganado proyectos de investigación oficiales o publicado en revistas científicas de nivel internacional. Igualmente castiga a la universidad por la demora de los estudiantes en completar sus estudios o titularse. Si consideramos que esos estudiantes, mayoritariamente de la región, ingresan con menores puntajes y tienen mayores dificultades académicas, y que los profesores deben resguardar adecuados niveles de calidad, esa demora no debería castigar financieramente a la universidad, como lo determina el actual sistema. Eso mismo sitúa a la universidad en una situación precaria frente al actual sistema de acreditación, puesto que debe luchar en muchos y distintos frentes, lo que dificulta la que debería ser su meta esencial: el mejoramiento continuo de su calidad académica. Esto no implica que esas universidades no cumplan a cabalidad su función docente, ni que no existan grupos de destacados investigadores que logran una producción científica original, valiosa y pertinente a las necesidades regionales. Desde luego existen, pero ello es una razón adicional para pedir un trato mas justo para esas universidades.

    La situación actual del país: holgura temporal de medios económicos así como la necesidad de desarrollo armónico (tanto entre estratos sociales como a través de su dimensión geográfica) debería llevar a un “nuevo trato” de las universidades regionales: exigente en cuanto a metas a alcanzar, pero generoso respecto a los medios necesarios para lograrlas. El efecto proporcional es propio de la naturaleza y también lo es nuestro natural egoísmo. Pero contamos con la inteligencia como para entender su funcionamiento, así como el hecho de que puede ser bueno el buscar soluciones en las que todos ganen (aunque no sea lo mismo), como las propuestas por el matemático John Nash. Un país más equilibrado, con más alicientes para las regiones, sería mejor para todos, incluso para los hoy tan apretados habitantes de Santiago.

    Jorge Oyarzún M., Geólogo Dr.Sc.

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