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    domingo, 3 de diciembre de 2006

    Apoyemos a los innovadores

    Desalentadoras resultan las críticas a la adjudicación de fondos al "Centro de Ingeniería de la Innovación", asociado al Centro de Estudios Científicos de Valdivia (CECS), dirigido por el científico Claudio Bunster

    Desde el año 2002 la Conicyt y los gobiernos regionales licitan recursos para centros regionales que promuevan la capacidad y necesidades de investigación y desarrollo en sus respectivas zonas

    En el concurso de este año, uno de los nuevos centros beneficiados es el "Centro de Ingeniería de la Innovación", asociado al Centro de Estudios Científicos de Valdivia (CECS). Este último, de larga y prestigiosa trayectoria nacional e internacional y que cuenta con recursos humanos y capacidad de gestión excepcionales, de probada vocación descentralizadora graficada por su autonomía y ubicación en Valdivia. Basta con informarse y visitar al CECS para admirarse de sus logros y esfuerzos.

    La irrupción de una institución independiente, ágil e innovadora al concurso de estos fondos debió merecer el aplauso unánime, especialmente de la X Región. ¿En qué otra región del país, salvo en la Metropolitana, podría producirse semejante beneficio de fortalecer y aprovechar una sinergia y patrocinio semejantes?

    Lamentablemente, algunos usuarios de los fondos asignados y que no resultaron seleccionados pretenden cuestionar, con argumentos alambicados y aparentemente burocráticos, un proceso del que reiteradamente han sido favorecidos y que nunca criticaron en su oportunidad.

    La propuesta del CECS puede ser vista como una innovación en la innovación, al desarrollar e integrar en un solo esfuerzo sinérgico la ciencia básica y el desarrollo tecnológico, usualmente divorciados.

    Quizás uno de los mayores obstáculos para que nuestro país se convierta en uno desarrollado no está en nuestra falta de capacidades ni de recursos, sino en la mezquindad, el sectarismo, la pequeñez y la envidia. Apoyemos a los innovadores audaces, en vez de inmovilizarlos, imponiéndoles trabas, cuestionamientos absurdos y descalificaciones para evitar su competencia y éxito.

    [FUENTE: El Mercurio, Editorial - Hernán Felipe Errázuriz]

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