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    lunes, 19 de marzo de 2007

    Fundación Chile inaugura centro de referencia. Jugada de laboratorio

    La falta de mediciones exactas de residuos en alimentos era uno de los flancos más débiles para las exportaciones. La reciente inversión de 2.700 millones de pesos coloca a Chile a tono con los países más desarrollados.

    El pasado jueves, lo más selecto del rubro alimentario nacional se reunió en un moderno edificio de la Ciudad Empresarial, en la zona norte de Santiago. La expectación de los asistentes era alta y Luis Schmidt, presidente de la SNA, se colocaba codo a codo con Álvaro Rojas, ministro de Agricultura. Después de todo, se iban a inaugurar equipos científicos por 2.700 millones de pesos, que ayudarán a impulsar las exportaciones chilenas de alimentos.

    Todos estaban a la espera de que la Presidenta Michelle Bachelet cortara la cinta del nuevo laboratorio de metrología química de la Fundación Chile. La ocasión sirvió también para celebrar el nombramiento de dicho centro científico, por parte del Ministerio de Economía, como Centro de Referencia Oficial en Aguas y Alimentos.

    Si a usted todo eso le suena a chino, espere un momento.

    A pesar de un nombre sólo apropiado para iniciados, dicha inauguración es uno de los hitos más importantes que han tenido las exportaciones de alimentos en el último tiempo. Así de simple. Hasta ahora, Chile no tenía un organismo técnico que "calibrara" las mediciones que prestan los cerca de 60 laboratorios que certifican las exportaciones de alimentos. Es decir, no existía completa seguridad de que los resultados estuvieran dentro de los rangos que los mercados de destino solicitaban. El problema es que una empresa exportadora podía recibir un informe que le aseguraba que su carne o fruta estaba bajo los límites máximos de antibióticos u hormonas que exigía un determinado mercado y, sin embargo, en la realidad superaba varias veces los márgenes permitidos. Eso ponía a los privados chilenos en una situación de menoscabo frente a competidores de México y Brasil, que sí contaban con centros de referencia.

    Un flanco abierto

    Para la industria exportadora de alimentos, esa situación significaba una verdadera bomba de tiempo. De hecho, los empresarios tuvieron un amargo aperitivo del problema en ciernes. En 2004, un embarque de salmón chileno fue decomisado en Holanda por presentar 1,5 partes por billón de verde malaquita, un fungicida. El problema es que los laboratorios chilenos sólo podían detectar hasta un mínimo de 2 partes por billón.

    "Los países desarrollados cada vez son más estrictos respecto de la detección de residuos en los alimentos. La mayor preocupación de los científicos y consumidores por los efectos crónicos en la salud humana que provocan algunos residuos, junto al salto en tecnología de detección explican esa evolución", señala Marcela Angulo, gerenta del área de Medio Ambiente y Metrología Química de la Fundación Chile.

    Por ejemplo, dice Angulo, hasta hace unos años se trabajaba con niveles de una parte por millón, ahora se hace en una parte por billón e incluso por trillón (un 10 seguido por 18 ceros). Gracias a dos millones de euros donados por la Unión Europea, junto a fondos de Conicyt, Corfo y la misma Fundación Chile, se adquirieron equipos de última generación, en sintonía con esos requisitos más estrictos. Por ejemplo, el cromatógrafo gaseoso con detector de masa permite medir antibióticos como el cloranfenicol y pesticidas órgano-clorados. En tanto, el cromatógrafo líquido de alta resolución con doble detección de masa detecta antiobióticos como las quinolonas o fungicidas como el verde malaquita.

    Mercado más transparente

    El día a día del centro de la Fundación Chile consistirá en enviar muestras de uno o más productos, de los que ya se sabe cuantas partes por billón o trillón hay presentes, dentro de un medio, generalmente un líquido o un gel. Los laboratorios deberán analizarlas y devolver los resultados al centro de referencia. De esta forma se tendrá una radiografía del grado de exactitud que tienen esas empresas de análisis. "El mercado de los laboratorios se va a transparentar. Las compañías alimentarias van a poder exigirles que les muestren sus niveles de desempeño", afirma Angulo.

    Definitivamente, los exportadores tienen las de ganar con esta "jugada de laboratorio".

    [FUENTE: El Mrecurio, Eduardo Moraga]

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