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    jueves, 30 de noviembre de 2006

    INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA EN CHILE: Sin patente para innovar

    Debido a la ausencia de políticas que aseguren la propiedad industrial, las universidades nacionales dejan de percibir millonarios recursos. El exitoso modelo de la U. de California podría ofrecer una solución.

    Dicen que las comparaciones son odiosas, pero cuando se contrasta el efecto práctico de la investigación científica en Chile con la de los países top, el resultado es sencillamente alarmante.Durante el año pasado en Chile se otorgaron sólo 46 patentes industriales a residentes en el país. Mientras tanto, sólo en 2004 las universidades de Estados Unidos generaron 3.822 patentes, 7,8 veces más que hace dos décadas. La explicación de ese crecimiento está en que durante ese período los centros académicos implementaron políticas de registro y mercadeo de su innovaciones. Situación, que como se intuirá, es muy distinta en Chile.

    "Acá las universidades no les han tomado el peso a las ventajas que tiene patentar el resultado de la labor de sus investigadores", afirma Valeska Seguel, coordinadora de proyectos de Neos, una consultora en transferencia tecnológica.

    Centros de investigación como el MIT o Stanford durante el último par de años obtuvieron cerca de 100 millones de dólares anuales por los royalties de sus innovaciones. Eso sí, la que "se saca los zapatos" es la Universidad de California, que entre 2004 y 2005 rondó los 400 millones de dólares en ganancias.

    "En Chile las universidades privilegian que los científicos publiquen en revistas internacionales. Eso lleva a que pasen cosas ridículas, como que el resultado de un estudio que se hizo acá termina patentado por terceras personas en un país desarrollado", afirma Francisco Meneses, subdirector de Transferencia Tecnológica de Innova Chile, programa de la Corfo.

    La pérdida para el país es doble. En primer lugar, las empresas chilenas dejan de ganar competitividad, pues las innovaciones quedan encerradas en las aulas académicas. En segundo término, las universidades no reciben recursos que les permitirían potenciar sus áreas de investigación.

    Para el agro nacional el tema de la propiedad intelectual es crítica. Casi la totalidad de sus US$ 2 mil millones en exportaciones frutícolas descansa en variedades patentadas en el exterior. Esa dependencia se transforma en una piedra en el zapato en el objetivo de convertir a Chile en potencia alimentaria.

    EL MODELO CALIFORNIANO

    Según reconoce Leslie Butler, profesor del Departamento de Agricultura y Recursos Económicos de la Universidad de California en Davis, la situación no era muy distinta en Estados Unidos. El cambio vino con la iniciativa parlamentaria Bayh-Dole de 1980 que incentivó a las universidades a patentar sus innovaciones.

    "Antes, muchos investigadores que descubrían algo interesante renunciaban a la universidad y montaban sus propias empresas. Hoy, en cambio, existe un círculo virtuoso porque buena parte de los ingresos que obtenemos va a los sueldos de los profesores, lo que nos permite retener a gente brillante y atraer a buenos profesionales", afirma Butler.

    El motor del modelo de la Universidad de California es la Oficina de Transferencia Tecnológica. Todos los investigadores están obligados a notificarle sus innovaciones. El departamento selecciona cuáles de ellas tienen potencial económico e inicia el trámite de patentamiento, usualmente es sólo la mitad de las postulantes. Pero ese es sólo el punto de partida. De las elegidas, el 70% se licencia a empresas que ya habían colaborado en la investigación. El resto es promovido libremente entre firmas privadas. En términos generales, las formas de cobro son a través de un pago total al inicio o uno proporcional a las ventas del producto que use la innovación.

    Aunque inicialmente el modelo californiano fue diseñado para que sólo el 35% de los ingresos por patentes fueran al investigador, la necesidad de retenerlos en la universidad hizo que a los bolsillos de los científicos vaya a parar entre el 50 por ciento y el 90 por ciento de los fondos.

    LA REALIDAD CHILENA

    Entre los investigadores nacionales la preocupación por el patentamiento todavía es incipiente. "Tener un modelo similar al de la U. de California sería ideal. Los investigadores tienen que mantener una familia y mandar los hijos a la universidad. No son ascetas, ni están dispuestos a vivir miserablemente por el resto de sus días. Además, con mejores ingresos atraeríamos a los mejores estudiantes", afirma Yerko Moreno, director del Centro Tecnológico de la Vid y el Vino de la U. de Talca.

    Hace tres años la Fundación Chile trajo a representantes de la Oficina de Transferencia Tecnológica de la U. de California para dar a conocer su modelo. El primer resultado fue la Oficina de Transferencia de Resultados de Innovación (Otri), sociedad en la que participan cinco universidades.Además, a partir de agosto la Corfo lanzó una nueva línea de financiamiento para subsidiar el patentamiento. Los interesados pueden obtener hasta 50 millones de pesos, equivalentes hasta el 80% del costo total, por un plazo de cinco años para hacer los trámites en Chile y en el exterior. Los resultados, eso sí, todavía son tímidos. "Inicialmente pensábamos destinar 500 millones de pesos, pero sólo han llegado 3 proyectos este año", reconoce Francisco Meneses.No vaya ser que por no sacar patente nos quedemos fuera del camino del desarrollo.

    EN INTERNET:
    Oficina de Transferencia Tecnológica de la U. de California
    Financiamiento de Corfo para patentes

    [FUENTE: El Mercurio, Eduardo Moraga]

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