Innovación y emprendimiento
El crecimiento chileno ha mejorado en los últimos meses y se esperan tasas de expansión de seis por ciento para el futuro próximo. No obstante este favorable panorama, hay algunos indicadores que preocupan en relación con un menor dinamismo de la inversión y una caída drástica del denominado emprendimiento, de cerca de 175 por ciento en el último año y del orden del 40 por ciento respecto del año 2000.
Los modernos enfoques sobre desarrollo ponen énfasis en los incentivos individuales y las interrelaciones de mercado, nacionales e internacionales, en contraste con las aproximaciones del siglo pasado, cuando el dirigismo estatal ocupaba un lugar central. Aunque en nuestro país se viene observando cierta nostalgia por el pasado de gasto público, hay un amplio reconocimiento de la creatividad individual ligada a la innovación y al emprendimiento, algo en lo que Chile fue un precursor en América Latina.
Así se ha reconocido en estos días en el seminario sobre el futuro de los negocios en las Américas, organizado por Amcham, la Asociación de Cámaras de Comercio en Latinoamérica y este diario. En él se destacó la importancia de las políticas de emprendimiento, que se entienden ligadas a la capacidad innovadora de las personas y a su audacia para atreverse a invertir, ya no sólo en el propio país, sino en el ámbito internacional, donde son claves las prácticas de libre comercio, los acuerdos de intercambio, el respeto por los contratos y el derecho de propiedad, así como el incentivo a la propiedad intelectual y a mejorar la administración de los negocios. Y es fundamental una mayor integración, en el comercio de bienes y en el de servicios, en especial los financieros.
Además del desarrollo energético -que se percibe crecientemente como una preocupación continental ligada a la seguridad nacional y regional- y de la obvia prioridad de la educación, destaca el esfuerzo por levantar el emprendimiento, que parece haberse afectado en el Chile de los últimos años. Respecto de esta deficiencia, siempre es posible considerar diversas variables, pero -como se dijo en el referido seminario- lo determinante, en definitiva, son las instituciones y oportunidades de libertad personal. En esto, el papel fundamental del Estado es abrir opciones y extender los derechos personales, en vez de arriesgar cuantiosos recursos en programas de tradicional ineficiencia. Nunca debe olvidarse que los recursos que gasta el Estado son sustraídos del sector privado, el que, en esa misma medida, pierde capacidad de crear y emprender.
Con todo, Chile ocupa el 17° lugar entre 42 países considerados por el estudio de "Global Entrepreneurship Monitor", según el cual el 15,4 por ciento de los empresarios nacionales tienen "actividad emprendedora". Es una ubicación honorable, pero que podría mejorar sustancialmente si se removieran las trabas que ese mismo estudio detecta, en cuanto a educación, falta de recursos y mejor asignación de ellos por el Gobierno.
[FUENTE: El Mercurio]
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