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    sábado, 30 de diciembre de 2006

    Clusters productivos: Todos reman hacia el mismo lado

    Potenciar la unión entre los distintos actores para lograr un aumento en la eficiencia y productividad es la base de la nueva apuesta del sector agroindustrial. Más allá del rubro, tamaño o sector, el lema es cooperar.

    Cluster. Concepto de moda relacionado con la tarea de hacer de Chile una potencia alimentaria, pero que no todos tienen muy claro. Un buen ejemplo de cluster es la exitosa industria del salmón, que este año podría superar los 2.000 millones de dólares en exportaciones.

    El 70% de las empresas relacionadas con esa industria está en Chiloé. Forman una cadena productiva que involucra desde la producción hasta los canales de distribución, e incluye los insumos y las plantas de elaboración del producto. Esta conexión genera dinamismo, innovación, eficiencia y redes sociales en torno a la industria. Fomenta el desarrollo de capital humano calificado - buzos profesionales, por ejemplo- y el crecimiento se sustenta sobre un constante proceso de renovación tecnológica.

    Este fenómeno que se da al sur de Puerto Montt se acerca perfecto a la definición de cluster. "Racimo" o "grupo" en su traducción literal, se define como una estrategia de desarrollo basada en generar un encadenamiento productivo en torno a un recurso natural.

    "Se da cuando las empresas ubicadas en un mismo territorio y que explotan un recurso natural específico se asocian y forman una alianza que incluye a todos los agentes económicos que participan de la cadena de valor. Esto se traduce en eficiencia colectiva y en mayores beneficios para todos", explica Patricio Meller, economista y profesor de la Universidad de Chile.
    Este encadenamiento genera un plus a todos los involucrados y vuelve el negocio más eficiente y efectivo.
    "Al tener empresas dedicadas al mismo rubro interactuando entre sí es más fácil que se generen ideas innovadoras que permitan mejorar la calidad del producto y solucionar eventuales problemas. Los cluster son redes articuladas a partir de la confianza, el contacto cara a cara, lo que genera la disminución de los costos de transacción, aumenta la eficiencia y la competitividad", explica Meller.

    Ahora la tendencia en boga en el país es fortalecer estos encadenamientos. La idea es aplicar esta receta a la pequeña agricultura, que para su propia supervivencia necesita subirse al carro de los mercados externos. Precisamente es una de las tareas asumidas por Indap. Claro que si fomentar la asociatividad ha sido una tarea con escasos logros, conseguir implementar los clusters tampoco es una tarea fácil.

    Confianza, la clave

    Actualmente, el 80% de las unidades productivas pertenece a la pequeña agricultura y entre el 40% y el 50% de las tierras y cabezas de ganado están en sus manos.

    A un sector con características de poca superficie, baja escala de producción e ingresos insuficientes se le dificulta llevar a cabo buenas prácticas agrícolas y más aún asumir las inversiones que requiere en tecnología . Son factores que lo inhabilitan para competir con la agricultura empresarial e imposibilitan su acceso al mercado internacional.

    Ante eso, Indap decidió cambiar de estrategia.

    "Contamos con 240 millones de dólares que tradicionalmente estaban disponibles a la solicitud de pequeños productores. Ahora esos recursos estarán focalizados en función de fortalecer clusters que nos permitan un desarrollo de más largo plazo", explica Hernán Rojas, director nacional de Indap.

    Pero hay dificultades por superar.

    Generar confianzas no es fácil, sobre todo cuando se trata de relaciones que involucran tanto la interacción entre privados, como la de éstos con el Estado.

    En un cluster, quienes toman las decisiones son los privados. Ellos son quienes deciden agruparse en torno a la explotación de un recurso natural, a valores comunes y a la elaboración de una estrategia de mercado. Pero quien debe facilitar la coordinación entre ellos, proporcionar la especialización humana, la infraestructura y estructura local para poder exportar es el sector público.

    Esto no siempre resulta. De hecho, la principal debilidad del cluster del salmón está en que no se cuenta con la infraestructura necesaria. La escasez de puertos originó el traslado a Aisén, que tampoco es apta. Faltan basureros autorizados, señalización marítima y el sector público todavía no se pone de acuerdo con el privado en torno a quién debe invertir.
    Hay otro integrante.

    "Las universidades son el tercer componente del cluster. Ellas colaboran a través de la investigación, coordinando e intentando sanear la desconfianza innata entre los privados y el sector público", afirma Meller.

    Fomentar la confianza entre privados tampoco es simple. Menos si la relación es entre empresarios agrícolas y pequeños productores. La interacción de los distintos eslabones de la cadena de producción genera una dinámica que en principio puede resultar extraña: colaboración y competencia. La colaboración está en aprovechar el incremento de la eficiencia colectiva, pero, a la vez, esa eficiencia implica un estándar de calidad y compromiso que deja excluido a quien se ve imposibilitado de cumplir.

    En el caso del cluster de la leche, por ejemplo, los pequeños agricultores que no cumplen con la calidad exigida por la empresa recolectora quedan fuera, ya sea por la imposibilidad de invertir en tecnología o por no llevar a cabo las medidas sanitarias acordadas. Eso da paso a un círculo vicioso que enfrenta a un pequeño productor con una cadena completa de producción.

    "La apuesta del Gobierno está en lograr la plena incorporación de la pequeña agricultura en los mercados. Estamos fortaleciendo los cluster ya existentes, viendo cuáles son los puntos débiles y amoldando las políticas públicas para solucionarlos", explica Rojas.

    Y ya comienzan a aparecer algunos clusters entre los pequeños. Es el caso de los apicultores agrupados en Apicoop, que han logrado exportar con éxito a la Unión Europea; o la red de la carne en la IX Región, una agrupación de 313 familias que tras 5 años de trabajo en conjunto comienzan a ver sus primeras ganancias.

    La conclusión es la misma, se requiere tiempo para afiatarse y, sobre todo, para dejar de lado las reticencias.

    [FUENTE: Revista del Campo, Loreto Gatica]

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