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    jueves, 19 de julio de 2007

    Financiamiento para ciencia y tecnología

    Su diario expone la inquietud del "Consejo de Rectores" de importantes universidades de Chile por el Programa de Financiamiento Basal. Según los académicos, una errada política pública, que amenaza despojarlas de excelentes investigadores. La crítica se focaliza en Conicyt y Consejo de Innovación, integrado por siete ministros y 14 personalidades.

    La raíz de esta controversia es antigua, profunda y conocida. Ministros y directores de servicios critican a la comunidad científica por no retribuir con innovación real, léase empleos e impuestos, una gama de subsidios que suman anualmente centenas de millones de dólares.

    Numerosos funcionarios públicos, principalmente economistas o ingenieros, interpelan a quienes siguen formulando proyectos que no acometen prácticamente la fase de comercialización. Algunos señalan que nuestros índices en niveles desarrollados se explican por los profesionales formados como "capital humano" en laboratorios o proyectos académicos. Otros retrucan que existen centros con financiamiento de millones de dólares y deficiente contribución práctica.

    La verdad se sitúa en el medio y pasa por diferenciar ciencia de tecnología, que es más cara, ardua y riesgosa. Se echa de menos el fondo de la discusión. En investigación y desarrollo, los europeos invierten 2,3%, los estadounidenses 3%, los israelitas 4,7% y los chilenos apenas 0,7% del PIB, y 70% lo aporta el Estado.

    Al revés, en el extranjero, el grueso de la innovación la invierten los privados. En Chile, faltan no sólo instrumentos ágiles y flexibles, sino que generar confianzas y convocar a grupos económicos para que -al anunciar sus inversiones- dejen un item para investigación y desarrollo; bastaría restarles algunas hectáreas forestales y esquinas comerciales. Si algún holding de retail invirtiera 0,5% de sus millonarios ingresos en un centro de investigación en logística, entonces sería insignificante la discordia por los nueve mil millones de "pesos basales".

    En síntesis, el asunto es de nuestra sociedad. Hoy educamos a siete universitarios por cada dos técnicos, y se podría ver como un problema de subdesarrollo, porque en países como Alemania la proporción es al revés. En ambos casos, la eventual solución pasa por un cambio cultural.

    JORGE GATICA
    Profesor de Ciencia y Tecnología
    Universidad Adolfo Ibáñez

    [FUENTE: El Mercurio]

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