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    sábado, 4 de noviembre de 2006

    Como Innovar


    El reciente informe de competitividad de los países ha mantenido la posición de Chile, muy superior a la de los demás de la región, y cerca de la de otros como Corea del Sur y Nueva Zelandia, ejemplos a imitar. Nuevamente, el informe destaca el buen manejo macroeconómico, y las mismas áreas problemáticas: educación -especialmente matemática y científica- y capacidad de innovación.

    Los bajos indicadores de innovación tecnológica son una constante nacional, pese a los continuos anuncios de nuevas políticas. Es discutible que elementos cul-turales desalienten la innovación. Una explicación más probable, acogida por el informe, es que los países que están en nuestra etapa de desarrollo no necesitan crear nuevas tecnologías, pues es más eficiente adaptar y copiar aquellas desarrolladas en países avanzados (y Chile obtiene buenos resultados en adaptación de innovaciones).
    Por ejemplo, en Corea del Sur, hace unos 20 años se criticaba la po-ca inversión en investigación y desarrollo, pero a medida que ha alcanzado la frontera tecnológica, realiza enormes esfuerzos en esa área (la empresa Samsung, sola, destinará a ella dos mil 800 millones de dólares, más que todo nuestro país). Otro factor que condiciona la innovación es el patrón de producción: un país rico en recursos naturales, como el nuestro, no tiene espacio ni incentivos para desarrollar tanta innovación como uno que dependa de industrias que viven en un ambiente más competitivo, en el que la inversión en tecnología es decisiva para sobrevivir. Así, las ventajas de una mina de cobre están dadas básicamente por su ley, y la innovación en esa área, siendo importante, puede ser adaptada e importada, ya que no cambia tan rápidamente como en el sector de productos de consumo electrónico.

    No cabe olvidar los temas contables como explicación de nuestros malos resultados. Dado que el gasto en investigación y desarrollo es considerado inversión, los empresarios prefieren contabilizarlo como gasto corriente, para deducirlo de impuestos. En otros países, la inversión y el desarrollo están subsidiados, siendo probable que la contabilidad tienda a sobreestimar el gasto correspondiente.
    Existe un razonable plan del Gobierno para corregir el desincentivo tributario a contabilizar investigación. En cambio, sería errado aumentar artificialmente el gasto en investigación y desarrollo, para asemejarse a los países en la frontera tecnológica. Los argumentos basados en la proporción de ese gasto en el PIB, muy apreciados en el ambiente científico, garantizan un desperdicio de recursos.
    [FUENTE: El Mercurio, Editorial]

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